Día 3: Un Safari en la ciudad

Probablemente al leer el título se sorprenderán. ¿Un safari en la ciudad?¿No se supone que los safaris se practican en África, o en la India o en las selvas o lugares circunvecinos a ellas?.Donde existen todos esos bichos que están hoy día prácticamente en extinción, pero que no lo están del todo y todavía hay algunos sueltos por allá comiendo gente….
Según el diccionario de la RAE (Real Academia de la Lengua española), (ya sé que saben lo que quieren decir las tres letras, pero podría dar lugar a equívocos, por ejemplo: Revisar y Actualizar Estudios, o tal vez: Realmente Ardiendo la Escasez, o quizás: Rápido Ayuda para Escapar), en fin, que me he salido del tema. Y es que me es imposible no hacerlo, porque en mi cerebro siempre bullen las ideas, las palabras y los conceptos, como en una sopa de letras, o sea…totalmente revueltas. Volviendo al tema, la palabra Safari, nos indica: expedición en África, caza de animales salvajes.
Pero…¿qué tiene que ver una caza de animales salvajes en la ciudad?…¡Ay!…Si yo les contara. Y bueno, ¡que les voy a contar! y cuando termine, ya me dirán si no merezco como trofeo a mi safari, la cabeza de alguno de los animales salvajes encontrados en el camino, para que adornen alguna pared del patio de mi casa, porque para serles honesta, jamás la colgaría en mi sala o en mi estudio.(Es pavosísimo, lo mismo que usar chancletas con medias. Que conste, no creo en la «pava», pero debo explicar a mis queridos lectores de otras latitudes, que la palabra «pavoso» quiere decir algo así como «de mala suerte»)
La aventura comienza un día cualquiera, de un mes cualquiera, aunque no tan cualquiera como para poderlo identificar en el tiempo. Digamos que todo esto sucedió aproximadamente hace 7 meses. Amaneció una mañana radiante, cuando yo todavía creía en pajaritos preñados y pensaba que sacar unas solvencias municipales era cosa de soplar y hacer botellas, o (como dicen los más sabios) más fácil que pelar mandarinas, o de hacer gelatina. Actividades éstas, que a pesar de su famosa facilidad siempre requieren de algo de profundidad y estudios al realizarlas, porque hay que saber que las mandarinas se pelan con la mano, sin necesidad de un cuchillo, no como sus primas las naranjas que requieren de mayor esfuerzo, y que la gelatina se hace primero con agua caliente y después con agua fría al disolverla con antelación .Conozco una amiga que se queja que la gelatina nunca se le cuaja, y es que solamente utiliza agua fría, (que les puedo decir, hay de todo en la viña del Señor). Por eso les comento, que no son actividades que sean taaan fáciles, pero es cierto que como ya tienen cierta fama de serlo, pues algunas personas se lo creen. Y…¡vaya! otra vez la sopa de letras me ha jugado una mala pasada y se me han revuelto las ideas, así que voy a tratar de retomar la confidencia…
Ese día, amanecí contenta y feliz, dispuesta a realizar mis diligencias en un mínimo de tiempo, pero francamente, les confieso que a pesar de mi alegría y mi mente positiva, mi felicidad no era tanta tampoco, así como para decir (como decía el Chapulín colorado) «que bruuuta, que feliz está hoy». ¿Y por qué no era tanta mi felicidad? Pues porque me dolían muchísimo las piernas, sí, me dolían muchísimo debido a un virus obstinado que andaba pululando en el ambiente, y al cual le llamaban cariñosamente la chicungunya, nombre gracioso y simpático y que sonaba a tambores, a fiesta, a criollo y vernáculo, y que toda la población parecía tener y gustarle además, pues no se hablaba sino de eso entre los amigos, en los restaurantes, y hasta en Facebook, era el tema de moda…(¿sabes la última? ¡me dio la chicungunya hace tres meses y todavia siento dolores…¡eso no es nada! A mí me dio hace seis meses y sigo sin poder ir al trabajo de lo que me duele el cuerpo, y tengo una prima que la tiene desde hace un año y está prácticamente inválida), pero si lo hubieran llamado Pepe o Luis, o tal vez con un nombre de mujer como a los huracanes, que se yo…virus Adriana, o Estrella, en fin, que de haberse llamado así, no hubiera sido tan simpático. Pues como les decía, este simpático virus me había tomado por sorpresa, aprovechando que mis defensas estaban bajas, estaban tan bajas mis defensas que en una ocasión las tropecé al caminar y me caí sentada sobre ellas y sobre mi celular que llevaba en el bolsillo trasero de mis pantaloncitos. Por supuesto, las defensas quedaron más bajas todavía y sobre todo aplastadas, pero mi celular perdió la vida en el intento y al llevarlo a reparación, allá terminaron de darle el golpe de gracia (a pesar de asegurarme que lo arreglarían y que debía pagar por adelantado) y tuve que buscar como sustituirlo. No me crean tan tonta, les reclamé lo pagado.
Como les decía, los dolores de las piernas y manos eran bastante intensos, tan intensos como para tener que caminar como una anciana…no, como una anciana no…mejor decir como una señora “mayor” que suena más elegante, ¿verdad?. Así pues, haciendo de tripas corazón, me vestí como pude, fui a mi automóvil y salí en dirección a la Alcaldía. Como hace mucho que no he sacado solvencias, no sabía como era el proceso en la actualidad y por eso fui hasta allá, a solicitar información. Entré a la respectiva oficina, hice mi respectiva fila para ser atendida (si no hay fila es que algo anda mal) y amablemente saludo al funcionario, doblando mi cuerpo para poder hablarle y que él me escuche a través del circulito en el vidrio que lógicamente estaba a la altura de mi cintura y por lo tanto yo debía doblar mi cuerpo para hablar, (no se por qué razón en todas las oficinas públicas, los circulitos del vidrio por donde debes hablar, están generalmente a la altura de la cintura de uno): Buenos días, vengo a sacar doce solvencias. El funcionario, camisa roja en cuerpo, sentado en su escritorio más abajo del nivel de mi vista, levanta sus ojos con cara de hastío y me dice: Debe bajar las planillas por Internet, sacar de cada una tres copias, ir a pagar al banco y traerlas…el siguiente…
Así pues, mientras esperaba que me devolviera los «buenos días», me dí cuenta que con “el siguiente” me estaba indicando que me moviera de allí y cediera el paso al próximo de la fila…
Traté de profundizar en sus complicadas instrucciones para no olvidarme de ninguna y salí nuevamente al calor del sol, a los ruidos de la calle, al peligroso paso peatonal donde cada día alguien arriesga su vida, a torear a los motorizados que generalmente manejan sus motos al mismo tiempo que chatean por sus celulares, habilidad ésta que es francamente admirable en tanto no atropellen a algún peatón que cometa la imprudencia de atravesarse en el momento adecuado.
Así pues, me puse a elucubrar sobre lo hablado y me dí cuenta que si mi impresora estaba dañada, debía yo buscar un lugar donde me imprimieran las mencionadas planillas, así que busqué ese sitio y hacia allí encaminé mis pasos, o mejor dicho las ruedas de mi vehículo que es el que carga conmigo, con la esperanza de resolver esto de las solvencias en tiempo record. Ilusa de mí…no sabía lo que se me venía encima…no tenía ni la más mínima idea de lo que es sacar solvencias en “estos tiempos”…Podría decirse que remedando el título de un famoso libro de García Márquez, «El amor en los tiempos del cólera», (por cierto extraordinario libro que convirtieron en una maravillosa película y que recomiendo a mis apreciados lectores), remedándolo pues, diríamos que lo que se me venía encima era: «Sacar las solvencias en los tiempos que me invade la cólera»
Por lo tanto, nuevamente haciendo de tripas corazón, que para el caso ya tenía varios, y con mis piernas gritando su dolor, empecé a pensar y pensar y llegué a la conclusión de que…¡No sabía lo que me esperaba!…

Humanamente animal

Este diseño se titula «Humanamente animal» y es de mi autoría. No puede ser copiado sin mi permiso.

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2 comentarios en “Día 3: Un Safari en la ciudad

  1. en todas partes asi es benditos tramites burocraticos siendo que cuando pides ayuda no es otra cosa que pedir de tu mismo dinero que a sido recaudado a manera de pago de impuestos y demas cosas que se inventan los politicos y para que te enfrentes con un sin fin de trabas que muchas veces te hacen desistir. como bien escribiste si no hay fila es porque algo anda mal atinadisima la frase.

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